Variación sobre el tema del falso culpable
Archivado en: Cuaderno de lecturas, El honor perdido de Katharina Bloom
Hace unas semanas, cuando escribí que Aventuras de un macuto había sido mi primera lectura de Heinrich Böll, hubo algo que me chirrió, empero mi desinterés por la literatura alemana. En efecto, revisando lo que llamo mi "Cuaderno de lecturas", que afortunadamente llevo con sumo escrúpulo -de no ser así ésta primera de Böll se me habría olvidado- comprobé que había leído El honor perdido de Katharina Bloom (1974) el mes de agosto de hace dieciocho años. Lo que sigue es la reproducción de las notas que tomé entonces.
Vaya por delante que el texto carece del carácter político que le atribuí con anterioridad a la lectura, basándome en la espléndida adaptación cinematográfica de Volker Schlöndorff y Margarethe von Trotta, que vi veinticinco años antes del leer la novela. Llegada a la cartelera madrileña en 1976, aquellos fueron unos años aciagos por el empecinamiento con el que se le buscaba a todo un sentido político. A mi juicio, la política, a ambos lados del espectro, es la actividad más despreciable que puede ejercer el ser humano. En esta pieza de Böll se quiso ver una alusión a los daños colaterales de los procedimientos seguidos por la República Federal Alemana contra la represión del terrorismo en los años de plomo de la Fracción del Ejército Rojo.
Ahora, que afortunadamente hace de todo tanto tiempo, yo quiero ver simplemente una variación del tema del falso culpable. Ahí van, en cualquier caso, los apuntes del argumento que tomé en agosto de hace dieciocho años:
Complicada en un crimen, por el simple hecho de haber bailado con el criminal, Katharina es objeto de una campaña de difamación por parte de un periódico sensacionalista. Texto eminentemente didáctico, su estructura está basada en la comparación de todas las infamias -que dice el periodista- con la verdad de la vida de su protagonista -que nos refiere el narrador-. Nos encontramos en la República Federal Alemana y en 1974.
Por este procedimiento vamos descubriendo que Katharina es hija de un soldado que combatió obligado en la guerra y murió a consecuencia de una enfermedad contraída allí. Empleada del hogar intachable -los señores a los que sirve son los únicos que se prestan a testificar sobre su inocencia-, su único placer ha sido comprarse un coche que ha pagado puntualmente. Unos kilómetros hechos con él, de los que no puede dar explicación, serán uno de los argumentos del periodista.
Igualmente, el informador, más empeñado en condenarla que la policía, tergiversará a su conveniencia las palabras del exmarido y la madre de Katharina. Huelga decir que, pese a ser apolítica, es presentada ante la opinión pública como una comunista. Sin embargo, la sospechosa -pues es sólo eso antes de que se le empiece a difamar-, es tan digna que incluso insiste en pagarse su propia comida. Sus formas, llaman positivamente la atención de una de las funcionarias de la comisaría en que se encuentra detenida.
Finalmente, apenas es puesta en libertad, mata al periodista y se entrega a la policía. Este dato se consigna en las primeras páginas, para abrir posteriormente un flashback. Mediante él se nos cuenta toda la historia con la fría objetividad de una minuciosa crónica de los hechos que le dan forma.
Publicado el 28 de mayo de 2020 a las 13:45.